05 mayo 2016

Los fraudes más llamativos descubiertos por las aseguradoras españolas, relacionados con la circulación

Durante el pasado año se produjeron cerca de 306.000 reclamaciones fraudulentas al seguro. Las aseguradoras estiman que un 1,22% de los partes que reciben son fraudulentos.

La Investigación Cooperativa de Entidades Aseguradoras (ICEA) concede anualmente unos premios por la detección de fraudes, que reconocen los esfuerzos realizados por los profesionales de las aseguradoras para detectar las estafas por siniestros simulados, inducidos o directamente inventados.


Algunos de ellos son especialmente llamativos. Estos son los cuatro más sorprendentes, relacionados con la circulación y el tráfico.


UNA RED QUE SIMULABA ATROPELLOS


El ganador del primer premio de detección de fraudes en la categoría del seguro de automóviles fue para de Línea Directa, que destapó una red de delincuentes especializados en simular atropellos. El primer caso detectado fue un atropello a dos personas ocurrido en una localidad de Sevilla. Un mes después ocurrió otro accidente similar en la misma provincia. A la aseguradora le llamó la atención que los dos asegurados implicados hubiesen facilitado el mismo teléfono de contacto.

A partir de ahí se investigó y se descubrió que se habían visto implicados en 30 accidentes de tráfico distintos. Alguno de los miembros de la red había llegado a estar involucrado en 19 siniestros, unas veces como conductor y otras como presunto peatón atropellado.

UN ABOGADO QUE CAPTABA LESIONADOS


El segundo premio también ha sido para Línea Directa, que analizó varios expedientes donde coincidía como reclamante un mismo abogado de Murcia. La aseguradora descubrió cómo el letrado captaba a lesionados para hacerlos pasar por víctimas de accidentes de circulación, a las que representaba en los pleitos.


UN FALSO SINIESTRO POR UNA AMANTE INEXISTENTE


El tercer premio ha sido para Pelayo por un caso de película. Un hombre viajaba por la noche por una carretera convencional de Asturias. Al tomar una curva, el vehículo se salió de la vía, cayó a un terraplén y dio varias vueltas de campana. Cuando la documentación del siniestro llegó a la aseguradora, el caso resultaba extraño.

El coche era un amasijo de hierros. Llamó la atención que el conductor lograra salir prácticamente indemne. Su única lesión era un rasguño en la mano. Para mayor sospecha, el pretensor del cinturón de seguridad estaba sin activar, la ventanilla del conductor bajada y la zona era de tan difícil acceso que hubo que esperar a la mañana siguiente para que el vehículo fuera rescatado por la grúa.

Las pesquisas permitieron averiguar que ese mismo vehículo había sufrido meses antes un siniestro grave y que había sido declarado en situación de pérdida total. El conductor lo había adquirido apenas 19 días después de aquel siniestro total y, según declaraba, había pagado por él 21.000 euros. Sin embargo, muchas cosas no cuadraban. Los 19 días eran un plazo demasiado corto para acometer la reparación y proceder a la venta del coche. Además, los golpes que presentaba el vehículo tras salirse de la vía y caer por el terraplén coincidían en buena medida con los que había padecido en su primer accidente.

La declaración del conductor también resultó extraña y algo contradictoria. Alegó que se desplazaba a altas horas de la noche a un pueblo cercano para ver a una supuesta amante (decía tener en paralelo una pareja de carácter estable) y que había decidido emplear la vía secundaria en lugar de la autovía para evitar un peaje.

Tras avanzar en las pesquisas, la aseguradora logró demostrar que la factura de compra del vehículo por 21.000 euros era falsa. El asegurado había adquirido el coche hecho un amasijo de hierros y había pagado por él 2.400 euros. Luego, el conductor habría buscado una carretera aislada y con curvas para empujar el coche por un barranco y simular así un accidente. Esa era la razón por la que no habían saltado los pretensores del cinturón de seguridad, la ventanilla del pasajero estaba bajada y, lo más evidente, el asegurado no presentaba lesiones de gravedad.

EL COCHE QUE ENTRÓ EN UNA ROTONDA PARA CHOCAR


Un vehículo entró en una rotonda sin respetar la preferencia de paso e invadió un carril colisionando con otro vehículo. En el siniestro, acaecido en Cantabria, resultaron presuntamente lesionadas dos personas. Los accidentados, que eran funcionarios vascos, tenían contratadas pólizas individuales con tres entidades (Caser, DKV y Mapfre), reclamaban una indemnización por lesiones y solicitaban la incapacidad permanente absoluta.

Ente tanto, Lagun Aro era la aseguradora del vehículo impactado y Allianz la del presunto causante del choque.

Las declaraciones del conductor que causó el accidente llamaron la atención, pues alegó que parecía que las víctimas estuvieran buscando la colisión. La existencia de un multiaseguramiento, entre tanto, hizo pensar a los tramitadores del siniestro que a los afectados podría motivarles un enriquecimiento ilícito. Tres de las aseguradoras implicadas (Caser, Lagun Aro y Allianz) decidieron investigar a los lesionados. La labor de seguimiento puso en evidencia que los accidentados se encontraban en buen estado y que las lesiones que reclaman eran simuladas. Por este caso fue premiada Caser.