Es una escena que no por mil veces vista, deja de
sorprender… e inquietar.
Estamos en el reluciente pasillo de un centro
comercial de Granada. Un hombre de unos cuarenta años ‘pastorea’, sin demasiado
éxito, a dos niños pequeños. Son sus hijos y deben de tener cuatro o cinco
años. No más.
En un momento dado, los pequeños empiezan a arrearse bofetadas y
el padre, desesperado e impotente, mira a un guarda jurado que anda por allí y
suelta la siguiente perla cultivada: “Nene, no le pegues a tu hermano o este
policía te castigará”. El vigilante se pone de perfil -con razón- y los
chavalines siguen pegándose.
Como dice don Emilio: “Si no eres capaz de imponer
tu autoridad a tu hijo cuando tiene cinco años, cuando tenga quince, te
sacudirá”.
Y entonces volverás a querer que se lo lleve la policía…
esposado, claro.